Biografía de Padma Sambhava

Biografía de Padma Sambhava

" En este sitio se describe la biografía del Buda Padma Sambhava
en un idioma sencillo y entendible para todo aquel que esté interesado en conocerlo.
Dentro de su vida, encontramos claves espirituales muy
importantes para poder asimilar sus enseñanzas.
Padma Sambhava es nuestro Guru Interno.
De su mano vamos subiendo por la espiral ascendente.
A él le debemos nuestro crecimiento espiritual.
Gracias por visitar este sitio. Namaskar "

martes, 13 de mayo de 2014

Las manifestaciones de Padma Sambhava



Que Padmasambhava emergiese en el mundo bajo ocho formas distintas (en realidad, fueron más -por lo que la misma tradición iconográfica y de textos sugiere) es una enseñanza en sí misma. Nos dice con la claridad de la experiencia vivida que los grandes seres que han labrado su presencia en nuestro mundo pueden ser lo que nosotros debemos ser -o por lo menos, intentamos ir siendo: más de uno, muchos. Y que ser uno u otro de entre los muchos que somos -o podemos ir siendo- debe ser siempre una función variable al servicio de aquello que mayor bien puede hacer a los otros. Los otros no son la humanidad en general o en abstracto, sino el individuo concreto que está ahora ante nosotros. Es al servicio de la ampliación de su conciencia y de su auténtica necesidad que debe nacer en cada uno uno distinto de entre los muchos que también somos. Como Padmasambhava pudo ser feroz guerrero o docto erudito, brujo oscuro y meditador excelso, así nosotros también debemos mostrar nuestros múltiples rostros: guerrero ante el guerrero, si así nos entiende; erudito ante el erudito para que pueda serlo o dejar de serlo; brujo y chamán ante el chamán y el brujo; excelso entre los que aspiran a serlo... Para cada uno y ante todos ellos, Padmasambhava adaptó la forma de su manifestación al modo en que mejor podía servir la maduración de la conciencia de otros. Fue muchos, y hasta en sueños supo ser quien debía para que pudieran verlo, aprendiendo en ello.
Reaparece en estos días un tema que al iniciar este archivo fue motivo principal de interés. Se trata de las ocho manifestaciones de Padmasambhava; bajo ocho formas distintas se reconoce a Gurú Rinpoché -y en realidad, son algunas más las que muestra, aunque ocho sea el número que se utiliza simbólicamente para designar su completa multiformidad. Esa diversidad de formas debe entenderse como un rasgo básico de su verdadera condición..
Hay algo que siento crecer en mi cada vez con más fuerza, y es el derecho profundo que tenemos a ser tan distintos en nuestra expresión ante los otros como lo fue él. La importancia del ejemplo que su biografía nos ofrece me parece inmensa, pues da carta de naturaleza y santifica un impulso que ha sido más bien proscrito en otras culturas y civilizaciones; con honrosas excepciones. En general, se conmina a ser previsible, único y unilateral; se pide que tengamos un solo rostro, una personalidad definida. Padmasambhava mostró muchas para responder, eso sí, a una única motivación: la compasión.
Padmasambhava apostó decididamente por ser muchos distintos, y por presentarse en esa variedad de formas ante los demás con la misma disposición compasiva siempre: pues aparecía de un modo u otro según pudiera ser de más beneficio para sus distintos interlocutores en momentos distintos. Ese es el desafío de su ejemplo, desde qué motivación hacer nacer a la infinidad de personajes que escondemos, y para qué fin. Si la motivación que impulsa el cambio externo y la mutación de la apariencia es la voluntad de servir a lo que pueda beneficiar a otros, en realidad, estamos siempre manteniendo firme el eje que nos sostiene. Aunque se aparezca airado, quieres el bien para el otro; si muestras el rostro más dulce, quieres el bien para el otro; si te retiras en silencio, quieres el bien para el otro. Y si exhibes el poder del que dispones, quieres el bien para el otro, o si consigues asustarlo en una aparición diabólica, quieres el bien para el otro. En cada caso, en cada circunstancia y momento, según quien sea el interlocutor en cada encuentro, Padmasambhava apareció según más convenía para que el otro pudiera descubrir algo de sí mismo, y de la realidad del mundo, que le permitiera realizar su verdadera condición y liberarse del sufrimiento. Al servicio de ese propósito, Gurú Rinpoché ejerció su completa flexibilidad en sus distintas manifestaciones públicas. Y algo así es legítimo contemplarlo para cada uno de nosotros. Podemos ser tantos como somos, y la capacidad de diversificar el registro con que nos mostramos ante los demás está a nuestro alcance. Nos enriquece como humanos, y revela también la fragilidad de las identidades monotónamente únicas con las que torpemente hemos sido instruidos a ordenar nuestra vida.
Siendo muchos podemos ser mejor nosotros mismos; y lo que subyace debajo de los distintos rostros con que podemos mostrarnos es siempre ese vacío que no sabe querer para sí, sino que muta para ponerse al servicio. Si no es así, si la motivación de nuestra diversidad expresiva es otra, entonces el ejemplo de Padmasambhava ya no sirve. Y por si se ha entendido de otro modo, habría que precisar que no hablamos de disfraces ni simulaciones teatrales, sino de algo más profundo, que tiene que ver con un dicho de la lengua castellana, aquello de "darle a cada uno lo suyo". Se dice a veces en tono de amenaza, pero es también una forma de indicar coloquialmente lo mismo que Padmasambhava realizó en sus variadas manifestaciones: conviene dirigirse a los otros del modo en que mayor bien reciban, darles el trato que merecen para que puedan descubrirse a sí mismos y aprender. Las formas que eso puede exigir son muchas y distintas -no hablamos por lo tanto de disfraces, sino de variaciones en el estilo de relación que nos damos mutuamente. Y ser fiero a veces puede ser lo mejor para el otro; como puede serlo la dulzura en su caso.
 Resulta emocionante y emociona ver la forma en la que el gesto establece la comunicación de mente a mente. Pudiera ser saludo o reconocimiento, pero fundir en un beso las frentes sella entre las mentes en juego un diálogo permanente que nunca cesará del todo.



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